Poesía salvadoreña: Alberto López Serrano


Presentamos a continuación una muestra del poeta salvadoreño Alberto López Serrano (El salvador, 1983). Profesor de matemáticas. Director de La Casa del Escritor-Museo Salarrué (Ministerio de Cultura de El Salvador). Miembro de la Fundación Cultural Alkimia, coordinador de la peña cultural Los Miércoles de Poesía. Director del Festival Internacional de Poesía Amada Libertad. Ha publicado los libros La nave falta (2007, 2017), Cien sonetos de Alberto (2009), Y qué imposible no llamarte ingle (2009, 2011), Montaña y otros poemas (2010), El domador de caballos (2013) y Cantos para mis muchachos (2014, 2017). La selección corre a cargo de Alejandro Rejón Huchin.

HELENA

No es Helena quien te está esperando con dorados bucles en su alegre cara

cuando subas alto en los muros derrotados.

Verás la sombra de una idea,

el fantasma de un perro desquiciado que te ronda.

Te acercarás para sitiarlo

y sus dientes de niebla habrán de traspasarte.

No es Helena quien te espera.

Debió quedarse en Pafos, Tiro o Menfis.

Nunca estarás en Troya.

Sus murallas siempre han de caer bajo el látigo ciego de tus días triunfales.

No es Helena.

Tampoco te amará morbosamente. No es Helena.

Será la mordida de un recuerdo,

la ficción de un encuentro que tú planeaste,

una jauría de lobos sobre el tejado azul,

en su boca negra verás a Casandra por fin muda en su advertencia loca,

en su boca negra verás a Hécuba llorar amargamente por ti.

No es ella.

Un reflejo masticado,

el eco débil de un grito contra el muro,

el golpe sordo del caer los velos en el mármol,

un lejano tambor que se congela,

sombras que bailan cuando el aceite en la lámpara se está acabando.

No.

¿Y después de la caída?

Hormigas devoran tu equipaje nuevo.

Un brindis,

y un perro sonríe como un dios dormido que no acepta libaciones ni jactancias.

Cuando subas por las Puertas Esceas,

cuando corras los velos para ver hacia abajo la llanura,

cuando se queme la luz sobre tu cara

y admires la sombra opaca de la idea que esperabas encontrar después del triunfo,

sabrás entonces que no es Helena quien te está esperando.

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